Madrid,13/05/2012,islamedia
Continuamos en este número de la revista que os ofrecemos, en primer
lugar, con los trascendentes comentarios sobre el primer sura del Corán,
en esta ocasión profundizando en la reflexión sobre nuestro paso por
esta vida terrenal entre diferentes pruebas, dificultades y
superaciones. Es en este contexto el Corán habla de los comportamientos
alternantes de la noche y el día. En ellos yacen ocultos numerosos
signos para quienes reflexionan, en esa dualidad en la que nos movemos
en diferentes esferas y aspectos de la vida, y en ese equilibrio, todas
las cosas, señala el Corán, son la creación de uno que no es simplemente
un creador sino un creador que al mismo tiempo es Dios de Gracia, de
misericordia y que allí donde la misericordia trabaja tendrá que haber
belleza y perfección.
A continuación os ofrecemos el segundo capítulo del libro “La medicina
de las almas” del cordobés Alí Abenhazam o Ibn Hazm, en el que nos
muestra sus reflexiones sobre la virtud de la humildad y el rechazo de
la vanagloria. En cambio, el que tenga un entendimiento lúcido, una
cultura científica extensa y una conduc¬ta moral intachable, ese sí que
puede regocijarse de lo que posee, porque en esas cualidades no le
aventajarán más que los ángeles y los mejores de los humanos, viviendo
con humildad un presente continuo en esta existencia.
Seguidamente el desaparecido profesor Abul-Aæla Maududi nos ofrece su
disertación sobre la vida después de la muerte terrenal, tanto desde el
punto de vista de la deducción lógica como de la revelación divina a la
humanidad.
Basándonos en el conocimiento científico no podemos afirmar que existe
una vida después de la muerte, pero tampoco podemos negarlo. Sin embargo
creer o no en la vida postrera afecta en las actitudes del individuo
ante los acontecimientos y pruebas de la vida terrenal, si esta es la
única existente o si solo es una etapa a continuar en la otra vida
ulterior.
Por esto, debería quedar claro que la cuestión de la vida después de la
muerte no es simplemente un ejercicio intelectual o filosófico sin
fruto, sino una cuestión que relaciona íntima y vitalmente los efectos
de nuestra vida cotidiana.
Por encima de todo, está el aspecto moral del ser humano, que está
dotado con la conciencia de lo bueno y de lo malo, que tiene la facultad
de discernir entre los dos y el poder de hacer el bien tanto como el
mal. El Corán nos asegura que el mundo que nuestra naturaleza y nuestra
razón exigen, será una realidad algún día.
Continuamos finalmente con el relato del nacimiento e infancia del
último profeta, su época de crianza con su nodriza y su primer viaje a
tierras siríacas y la narración de su encuentro con el monje cristiano
Bahira, quien le reconoció como el profetizado que habría de venir.
El pudor, y la protección que Alláh concede a sus Elegidos, le
preservaron de los excesos a los que se entregaban a veces los
adolescentes al advenimiento de la pubertad. De entre todos los de su
edad, él era el más hermoso, generoso, agradable en sus relaciones,
verídico en sus palabras, alejado de todo libertinaje y el más devoto de
sus amistades; hasta tal punto, que recibió de sus compatriotas el
apodo de "El Amín", es decir, el "Fiel".
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